Había
una vez un bichito invisible que vivía dentro de un murciélago.
Se llamaba Coronavirus porque tenía unas antenitas en forma de
corona. Nadie le quería porque era muy, muy, muy malo.
Un día, un
habitante que vivía en Wuhan, una ciudad muy bonita de China, cocinó el
murciélago y se lo comió. A los pocos días, empezó a sentirse mal, pero no solo
él, también todas las personas que habían estado a su lado.
En
pocos días, el número de enfermos empezó a aumentar. Los médicos empezaron a preocuparse mucho y descubrieron que el virus se contagiaba cuando estabas cerca
de otras personas. Por esa razón, pidieron a los habitantes del país que se quedaran en casa y que
no salieran porque Coronavirus era muy peligroso.
Si salían de casa porque tenían que ir a trabajar, debían protegerse con mascarillas y guantes.
Si salían de casa porque tenían que ir a trabajar, debían protegerse con mascarillas y guantes.
Muy preocupados
por lo que estaba ocurriendo, los científicos se reunieron para inventar una
vacuna y vencer a Coronavirus.
Mientras, los
médicos, enfermeras, policías, transportistas, cajeras…trabajaban sin descanso. En las casas, los niños y niñas hacían sus tareas y los papás y
mamás que podían trabajar desde sus hogares lo hacían con sus ordenadores.
Todo había cambiado. Lo más importante ahora, era que no
les contagiara el virus de la corona.
Una mañana, Coronavirus estaba muy preocupado. Ya no estaba tan
contento, estaba perdiendo fuerzas, estaba débil…
El
agua con jabón, las calles vacías, y las pocas personas que había en la calle
estaban acabando con él. Las personas estaban más unidas que nunca y todos se
ayudaban para acabar cuanto antes con el bicho que había cambiado sus vidas. Lo
único bueno que estaba ocurriendo fue que la Tierra, como no había tanta
contaminación, por fin empezaba a respirar.
Los enfermos empezaron a abandonar los hospitales, las escuelas
volvieron a
llenarse de niños y las calles se llenaron de gente que se abrazaba con fuerza. ¡El
virus de la corona había sido vencido! Cerró sus ojos y ya no regresó jamás. Las calles se llenaron de alegría, de abrazos…de
felicidad.
Las escuelas se volvieron a abrir, las tiendas empezaron a
vender todos sus productos y todo volvió a ser como antes, bueno, como antes
no, mucho mejor. Las personas habían aprendido una gran lección; lo más
importante en esta
vida es que la
solidaridad, la salud y el amor están por encima de lo material.
Y colorín colorado, ¡Coronavirus quedó derrotado!”
FIN
Por Sonia Andrade Cordero
Precioso!
ResponderEliminarLa verdad que si
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